Pocos años después, Quinquela estaba en el centro de una de las más importantes tertulias de Buenos Aires, “La Peña” del café Tortoni. Luego, al disolverse, sus actividades se trasladaron al taller del artista, quien institucionalizaría la bohemia, dando origen, en 1948, a la “Orden del Tornillo”. En términos muy similares a los de la nota anterior, de 1918, Quinquela y los cófrades del tornillo exaltaban las virtudes de la “locura”, frente al mundo de los “cuerdos”: Para la gente esclava de las preocupaciones e intereses materiales, los hombres de espíritu viven en estado de locura. Y creen burlarse de nosotros al llamarnos locos. Los artistas hemos aceptado con buen humor esa calificación de locos [...] Caímos en la cuenta que también podíamos burlarnos nosotros de la vanidad en boga entre los cuerdos.
Quinquela cumple 80 años (1970)
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"Va la chatita arenera / De oro en polvo, bien cargada / Huele a brea la ribera / Grúas, hierros, barcos, dragas. / Y se ve por la ribera / Agobiados por su carga / Hombres fuertes, pechos amplios / Cuello recio, juventud…! / ¡Es la grúa que levanta recia!… / ¡Es la lancha que remolca fuerte! / ¡Es el cable que se amarra hoy / Y mañana se suelta…! / Chimeneas que despiden humo / Que parecen ocultar el sol / Fraguas rojas... un infierno… / ¡Martilleos y calor!" (Extracto de “Quinquela”- Letra : Celedonio Esteban Flores - Música : Argentino Valle)
Su nombre, familiar a muchas generaciones de argentinos, se fue identificando paulatinamente a medida que lograba plasmar su obra pictórica, en un barrio de características bien definidas, sobre el cual él, a su vez, fue transmitiendo su propia personalidad y su visión tan particular del color. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Quinquela Martín iluminó con sus colores a todo un barrio. (Recorte de prensa del 28 de enero de 1977).