

Fue La Boca uno de los barrios que motorizó el progreso de la ciudad, en una época de industrias, astilleros, frigoríficos, barracas, fábricas y puerto. La cuna de bohemios artistas, de Quinquela, Lacámera, Filiberto y cientos más. El refugio de anarquistas, socialistas, clases obreras y rebeldía social. Fue en los conventillos poblados de inmigrantes donde M’hijo el dotor se hizo realidad. Donde vivió la fiesta en la calle, las cantinas, el carnaval y el encuentro familiar. Fue cuna de sociedades de socorros mutuos, teatros, bibliotecas, donde la solidaridad siempre fue una regla general.Vio nacer a River, a Boca y decenas de clubes barriales más.
Para muchas familias fue un peldaño hacia el ascenso social, y una buena parte emigró. Después vino la etapa en la que todo se empezó a decaer: el puerto, la industria, las empresas… La desidia de los gobiernos nunca actuó ante el inexorable declive de un barrio que se fue quedando sin trabajo, sin oportunidad. Más adelante la crisis fue nacional. Aquella Boca que vivió su época dorada, vio reducirse su población casi a la mitad.
Quedó un corpus de vecinos, instituciones y comercios tradicionales, otros no tan viejos, que se instalaron hace años, y una nueva inmigración que llegó buscando trabajo y un lugar donde hacer pie. Ya no es un barrio bajo, hoy lo ahogan otros problemas. Hay miradas de desconfianza y añoranzas de un tiempo que es imposible que vuelva a ser tal cual. Mientras tanto, ya son muchos los que miran con cariño interesado a este barrio privilegiado y piensan por él, intentando apoderarse de su destino: ¿inmobiliario, turístico, cultural?.
Puede verse este libro con nostalgia o como un simple lamento de lo que ya no es. O pueden contagiarse de esas historias de personas sencillas y extraordinarias que de la nada hicieron una festiva realidad. Sentir orgullo de la propia identidad. Un grito de pertenencia en una época de barrios fagocitados por el mercado o reducidos a dormitorio. No está bueno que decidan por vos, que tomen tu lugar. Es tiempo de empoderarse, de mirarse entre vecinos, de trabajar juntos y ser protagonistas del destino de un barrio que quiere más. La Boca está viva. Lo que fue, será.
Pablo José Rey, Asociación Civil Rumbo Sur
Agradecimientos
A María Julia Garzoglio, José Antonio Simone, Margarita y Sabina de Candia, Juan Lafauci, NorbertoManija Spano, Ricardo Sordo, Teresa Stambazzi, Juana Merello, Neven Govorcín, Rosa Marasovich, Eduardo Maggiolo, Rubén Granara Insúa, Waldemar Zurbrigk, Marcelo Weissel, Alfredo Srur, José Grispino, Daniel Ferrari, Mauricio Germinario, Daniel Lamanna, Miguel Hernández, Marjan Grum y Beatriz Corvalán, Augusto Randazzo, Carlos Milanesi, Roberto Naone, Verónica Giancola, Lito Disiocia, Antonio Culoto, Gustavo Cirilli, Enrique Baena y Déborah. A Pamela, Lorena del Pilar Chasco, Marcelo Montorfano y Rubén Rivas. A Rubén Granara Insúa. A Gustavo, a Jorge Edelstein, a Jorge Luis Napoleone Napo. A la Prof. Nélida R. Pareja de la Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires. A Liliana Barela. A Hugo Marcelo y Tobías. A Camila y Matías Simone. A la familia Castro, a Gabriela Gelmi. A Víctor Fernández, Sabrina Díaz, Alicia Martín y personal del Museo Benito Quinquela Martín. Al párroco Antonio de San Juan Evangelista, a la Sociedad Mutual Naš Dom, al Grupo de Teatro Catalinas Sur, a los Bomberos Voluntarios de la Boca, a Los Linyeras de la Boca, a los vecinos y especialmente a Francisca y Serena

Libro 17×24 cms. 96 páginas color.
ISBN 978-987-27338-8-9
Recursos: Muestra fotográfica, archivo, audios.
Coordinación de proyecto
Pablo José Rey
Equipo de trabajo
Carlos Iglesias
Cecilia Olza
Hugo Putteman
Fotografía
Foto Barraca Peña de Alfredo Srur
Pablo José Rey
Fotografía de archivo
Archivo General de la Nación (AGN)
Archivo Museo Quinquela Martín (AMQM)
Instituciones y vecinos
Con la colaboración de
Junta Central de Estudios
Históricos de la Ciudad
de Buenos Aires
Prof. Nélida Pareja