Pocos años después, Quinquela estaba en el centro de una de las más importantes tertulias de Buenos Aires, “La Peña” del café Tortoni. Luego, al disolverse, sus actividades se trasladaron al taller del artista, quien institucionalizaría la bohemia, dando origen, en 1948, a la “Orden del Tornillo”. En términos muy similares a los de la nota anterior, de 1918, Quinquela y los cófrades del tornillo exaltaban las virtudes de la “locura”, frente al mundo de los “cuerdos”: Para la gente esclava de las preocupaciones e intereses materiales, los hombres de espíritu viven en estado de locura. Y creen burlarse de nosotros al llamarnos locos. Los artistas hemos aceptado con buen humor esa calificación de locos [...] Caímos en la cuenta que también podíamos burlarnos nosotros de la vanidad en boga entre los cuerdos.
Sonoros homenajes
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A pesar de haberse negado a recibir agasajos especiales en oportunidad de cumplir 80 años, el pintor Benito Quinquela Martín ha recibido en la ocasión muchas pruebas de afecto y respeto. En La Boca - su “República - se había pensado hacer una gran demostración pero el artista no la aceptó, prefiriendo recogerse y festejar la fecha con senecilles entre algunos íntimos. Resultó que fueron muchos los de ese círculo y, por lo tanto, muchas también las demostraciones. No hubiera podido ser de otro modo: Quinquela Martín es de La Boca. (La Prensa, 3 de marzo de 1970).
Su nombre, familiar a muchas generaciones de argentinos, se fue identificando paulatinamente a medida que lograba plasmar su obra pictórica, en un barrio de características bien definidas, sobre el cual él, a su vez, fue transmitiendo su propia personalidad y su visión tan particular del color. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Quinquela Martín iluminó con sus colores a todo un barrio. (Recorte de prensa del 28 de enero de 1977).