A pesar de haberse negado a recibir agasajos especiales en oportunidad de cumplir 80 años, el pintor Benito Quinquela Martín ha recibido en la ocasión muchas pruebas de afecto y respeto. En La Boca - su “República - se había pensado hacer una gran demostración pero el artista no la aceptó, prefiriendo recogerse y festejar la fecha con senecilles entre algunos íntimos. Resultó que fueron muchos los de ese círculo y, por lo tanto, muchas también las demostraciones. No hubiera podido ser de otro modo: Quinquela Martín es de La Boca. (La Prensa, 3 de marzo de 1970).
Justina y Manuel (1897)
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Su nombre, familiar a muchas generaciones de argentinos, se fue identificando paulatinamente a medida que lograba plasmar su obra pictórica, en un barrio de características bien definidas, sobre el cual él, a su vez, fue transmitiendo su propia personalidad y su visión tan particular del color. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Quinquela Martín iluminó con sus colores a todo un barrio. (Recorte de prensa del 28 de enero de 1977).
Nací el 1 de marzo de 1890. En rigor no estoy muy seguro de haber nacido en esa fecha, pues la verdad es que no lo recuerdo muy bien. Mi nacimiento se pierde en las sombras de lo desconocido y nunca me fue posible descubrir ese misterio de manera irrefutable. Lo único que pude saber y comprobar fue que el 21 de marzo de 1890 un niño de pocas semanas fue depositado en el torno de la Casa de Expósitos. Las hermanas de la Caridad que lo recogieron hallaron junto al niño un papel con estas palabras escritas con lápiz: “Este niño ha sido bautizado y se llama Benito Juan Martín”.