
En 2016, Irlanda conmemoró el Levantamiento de Pascua que tuvo lugar en Dublín en 1916, acontecimiento decisivo que inició el proceso hacia el ejercicio de la autodeterminación nacional y, consecuentemente, la creación del Estado irlandés independiente en 1921. Para conmemorar este hito histórico, la Biblioteca Nacional (Argentina) en conjunto con la Embajada de Irlanda en la República Argentina realizaron la muestra “IRLANDA 1916-2016”, una exposición con una agenda de actividades que recorrió un siglo de vicisitudes históricas y culturales de la Irlanda independiente a través de la literatura y la historia, exhibiendo bibliografía, fotografías y publicaciones. Guillermo David fue el curador de la Muestra y nos resultó muy rico saber de esta valiosa iniciativa desde su mirada.
Era muy interesante hablar de eso que no se habla: la presencia irlandesa en la Argentina. No solo de irlandeses en la Argentina sino, además, de lo que la cultura irlandesa ha aportado para los imaginarios literario, cultural e histórico argentinos. Entonces comenzó la investigación (ayudado por Justin, Jorge Fondebrider, Sergio Kiernan, Juan José Delaney y Eugenia Santana) sobre las marcas de Irlanda en la literatura. Relevé todas las traducciones que había de los principales autores. Ahí descubrí una presencia muy fuerte de literatura gaélica en el acervo de la Biblioteca Nacional, como biblias o gramáticas, un estudio extrañísimo de un alemán que hizo una investigación del gaélico en las islas Aran, y una presencia permanente irlandesa en Borges, que va desde una traducción en unas páginas de Joyce hasta su elogio al Tristram Shandy, su contemporaneidad con Samuel Beckett y además en su ficción, en donde algunos de sus cuentos tienen matriz irlandesa. La muestra tuvo ese carácter, compuesta por un conjunto de libros, principalmente, dado que aquí en la Biblioteca Nacional las exposiciones son de carácter bibliográfico, además de un conjunto de imágenes, algún video institucional y algunos textos. En esa muestra aparecían los rastros de la recepción argentina de la literatura irlandesa en las traducciones de Yeats y de Joyce. Asimismo rastreamos los trabajos históricos sobre irlandeses en Argentina, desde el libro de Hilda Sábato hasta testimonios, como el libro de William Bulfin (que es el padre de aquel que izó en la Pascua la bandera en el correo), libros memorialísticos, investigación historiográfica, algunos libros sobre la relación con Irlanda, The Southern Cross, pero también material de publicística hecho en Argentina en contra de la emancipación irlandesa y, por supuesto, una amplísima gama de autores de origen irlandés como Edgar Bayley o María Elena Walsh que hicieron su obra en Argentina. También nos interesó estirar un poco el asunto y decir cuál fue la impronta de algunos irlandeses en Argentina; así, incluimos a Rodolfo Walsh, una de las figuras angulares que además escribió sobre la cultura irlandesa, y a John William Cooke, hombre de la resistencia peronista en la década del ´60. Pero también estaba la presencia de la religiosidad. Siempre fue muy fuerte, por razones obvias: había imágenes de la Iglesia de San Patricio. Incluimos algunas marcas arquitectónicas en la ciudad, por ejemplo, Plaza Irlanda. A su vez, narramos y expusimos algunas ampliaciones de fotografías de la imagen previa y después del bombardeo, las movilizaciones, y la imagen del campesinado irlandés, que es una marca social muy fuerte, haciendo juego con una foto sacada en 1870 en San Antonio de Areco, un territorio fuertemente poblado por inmigrantes irlandeses, donde los gauchos mezclan atuendos irlandeses. Las literaturas, desde El monje de Maturin a Drácula, o versiones críticas vernáculas como la obra de Jaime Rest, uno de los grandes cultores de la literatura irlandesa en Argentina, que fue adjunto de Borges y editó unos cuantos libros de la literatura clásica irlandesa. Y, por supuesto, reediciones de Yeats, George Bernard Shaw, John Millington Synge, Beckett. En fin, una serie de rastros que llegan hasta el presente de la literatura irlandesa, como Seamus Heaney, a quien se tradujo aquí, así como una famosa antología de literatura irlandesa que hizo Fondebrider con Gambolini, de la cual sacamos varias ideas. También teníamos una parte de la muestra que eran libros de literatura contemporánea irlandesa, facilitados por la propia embajada de Irlanda.
Al reunir esos 400 ejemplares y medio centenar de imágenes en esta muestra de la Biblioteca Nacional, se generó un impacto de la variedad de la presencia irlandesa en el país, no tan perceptible de buenas a primeras en la Ciudad. Esto básicamente permitió dar visibilidad a las marcas de la cultura irlandesa para el público general que circula por el barrio y la Biblioteca, que creo que tuvo un efecto interesante.