Y le llegaría el turno al teatro. Benito Quinquela Martín le dona al Consejo Nacional de Educación el terreno para su construcción. Siguiendo la recova del Museo y con vívidos colores se integra al complejo quinqueleano. Dona al edificio ocho murales: “Saludos a la bandera”, “Procesión náutica”, “Día del Trabajo”, “Tango de la Ribera”, “Arrancando·, ·Día de fiesta”, “Crepúsculo” y “Rincón de La Boca”.
Escuela Museo Pedro de Mendoza (1936)
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Primero fue un arroyo que desembocaba en el Riachuelo, luego ramal de carga del Ferrocarril de La Boca clausurando el servicio en 1928. En el potrero de “La Curva” jugaban los niños. En 1954 cuando se retiran las vías y durmientes del ferrocarril se torna intransitable, y se empezó a juntar basura. Inmediatamente Arturo Carrega —propietario del almacén naval de Magallanes e Iberlucea— limpió el espacio y pone pilares para que no lo transiten vehículos. Aníbal, su hermano, pensó en ir más allá y le llevó a su gran amigo Quinquela una
propuesta.
El solar en cuestión, que está aquí al lado de la escuela, o sea en Pedro de Mendoza 1777 al 1779, tiene veintiún metros de frente y ciento nueve de fondo, les digo estas dimensiones para que se den cuenta de que con un edificio de tres pisos, tal como lo señala el proyecto, se podrá levantar un instituto modelo dedicado a los aspectos de las artes gráficas, como todavía no existe en el mundo. [...] Creo que en nuestro país la educación de la juventud necesita de escuelas de carácter técnico que formen hombres de auténtica preparación en los diversos oficios. Alguna vez ha de terminarse con tanta improvisación como hay ahora”