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1853-30 de agosto-2020 / 167 años de Barracas

Nace Barracas
“Se supone que las barracas comenzaron a construirse a principios del siglo XVIII, sobre la orilla izquierda del Riachuelo, en las partes menos anegadizas. Ya en algunos planos de Buenos Aires del siglo XVIII, entre ellos los de Barrientos y Ozores, figura señalada una faja de terreno, ubicada entre las actuales barrancas del Parque Lezama y la parte del Riachuelo correspondiente a la Vuelta de Rocha, con esta inscripción: ‘Las Barracas y tierras de doña María Bazurco’. En los planos aludidos no se precisan los sitios exactos en que se encontraban las barracas.”
Puccia, Enrique H. (2010). Barracas : su historia y sus tradiciones, 1536-1936. 3ra ed. Barracas : Editorial Asociación Fraga, p. 27.
Barracas, raíces al sur
Barracas fue semilla de una Buenos Aires que pugnaba por ser y crecer. Escenario de apasionadas luchas libertarias entre propios y ajenos. Siempre generosa y diversa, se ofreció como tierra fértil para quinteros, cuarteadores y changarines en infinidad de barracas próximas al riachuelo. Fue solar de distinguidas casonas veraniegas y de no tan distinguidas pulperías. Anfitriona de históricas fiestas y procesiones, de inmortales payadores y tangueros. Barracas recibió inmigrantes con los brazos abiertos. Supo albergar a cientos de fábricas y miles de obreros, calles señoriales y avenidas plagadas de comercios, clubes, templos y escuelas, ferias populares, casitas familiares, conventillos de chapa y casillas de cartón. Barrio de pasiones políticas, consagrados artistas y vecinos inquietos. Un pasado intenso, en un barrio protagonista de su historia.
La última época trajo cambios profundos. El ocaso de las fábricas, la autopista como línea divisoria y la expansión de la villa terminaron por estratificar el barrio, y sus realidades. Y hoy…¿Qué? ¿Quedaron los herederos de la anemia de la historia? ¿Aquel tiempo pasado fue mejor? ¿Sólo resta esperar?…
Acercarse y escuchar fue la premisa. Una caprichosa selección de vecinos, comercios e instituciones el punto de partida. La palabra como materia prima para indagar en su idiosincracia. Y cuando los barraquenses van y buscan en su memoria, no traen recuerdos materiales sino que rescatan un pasado de dignidad, austero y desbordante de alegría cómplice, de festejo callejero. Son un barrio de encuentro, de mate en la vereda. En los vecinos de Barracas esa memoria late y se rebela. Se resisten a ser un barrio dormitorio más, a la vida anónima, a ser simple espectadores de su destino. Por suerte, ya son muchos los vecinos e instituciones que descubrieron que horrorizándose de cara a la tele, con la queja en soledad, no se construye. El futuro es compartido y el desafío es conocerse, volver a encontrarse. Barracas no es cosa juzgada, y es en sus raíces donde habita su riqueza y las mejores respuestas.
Rumbo Sur
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