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Tomás Downey / Una foto de la infancia

TOMÁS DOWNEY
Buenos Aires (1984)

Cuando era chico mi abuelo me llevó 3 o 4 veces a aprender a jugar al tenis a Ferro. Me acuerdo que me pasaba a buscar los sábados a las 7:30 de la mañana. Me quería sacar tenista, pero rápidamente se dio cuenta de que no era lo mío. Yo para los deportes soy un queso, soy torpe. Por algo me dediqué a escribir. Esta es una foto que me gusta, que me causa mucha gracia y que me recuerda a mi abuelo.

“Cuando era chico, tenía la sensación de que un escritor era alguien que lo sabía todo. Yo siento que soy todo lo contrario, porque escribo desde el no saber”

Lo mío es narrativo puro, no me detengo en darle muchas vueltas a la cosa, es acción y los personajes avanzan, pero avanzan hacia ningún lado en un punto, esa sensación de incertidumbre engloba el relato. Cuando escribo con ideas, cuando trato de filosofar, no me sale bien, me enredo y hay algo que se me vuelve farragoso. Estudiando cine aprendí a pensar en imágenes y cuando empecé a escribir cuentos, lo trasladé, y ahí encontré algo que me servía. Escribiendo con imágenes, mostrando situaciones, poniendo a los personajes en estado de incertidumbre… eso es lo que queda flotando por sobre el cuento. Hay algo que nunca termina de solidificarse. Y en general es de lo que hablo, de la incertidumbre, de lo que no se puede saber, de lo que nunca se puede terminar de saber, que me parece que tiene mucho que ver con la literatura, porque la literatura no enseña, no da respuestas, sino que plantea preguntas.

Firma Tomás Downey
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