




LEONARDO OYOLA
Isidro Casanova, Buenos Aires (1973)
Esa remera de Kung Fu me gustaba mucho. En esta foto tendría 2 años. No creo que entendiera demasiado lo que hacía Kwai Chang Caine para esa época. La historia es que en un viaje en tren a Tucu- mán, cuenta mi mamá que hacía mucho calor, me la sacó mientras dormía y nos la olvidamos o nos la afanaron. Según mis viejos, yo sufrí mucho.
“Cuando abrís en tu vida la posibilidad de escribir, cuando la descubrís, se te vuelve una necesidad. Diría que primaria, como comer, tomar agua o dormir. No podés estar sin hacerlo”
Un amigo me hizo descubrir el mundo de los libros del Parque Rivadavia. Ahí me enganché con los policiales y con esas historias de gánsters de la década del 40, 50, en Estados Unidos. Y enseguida hice la transposición: “Esto pasa acá en Casanova, yo a estos tipos los conozco”. Los escritores nos dividimos entre los que tienen una imaginación desbordante, y la mayoría, que somos los que apelamos al prontuario. Para eso tiene que haber un delay. Yo estaba por cumplir 30 años cuando me puse a escribir ficción por primera vez. Considero que tuve dos vidas, en la otra terminó todo muy mal y en esta como escritor soy muy feliz. Creo que en mi escritura siempre aparece gente que fue llevada al límite, personajes que vienen tolerando muchas cosas hasta que un día dicen “Se acabó”. Aparece una circunstancia que los obliga a mostrar su ferocidad, su peor o su mejor cara. Lo que a mí más me gusta tiene que ver con el después de hora…
