






ANA MARÍA SHUA
Buenos Aires (1951)
En estas fotos debo tener más o menos 1 año, y ya aparezco con un libro. Creo que ahí, de alguna manera, ya estaba grabado mi destino. Estoy leyendo La tortuga y la liebre, por las pocas letras que se alcanzan a leer. Por supuesto, no tengo ningún recuerdo de cuándo fueron tomadas, pero se trata de una serie de fotos que me acompañó toda la vida.
“Escribo por el placer de dominar la palabra, por el placer inmenso que es trabajar con ese material inexistente”
Cuando uno empieza a escribir cree que tiene un mundo enorme y que puede escribir acerca de cualquier cosa. Cuando uno ya escribió mucho y mira atrás se da cuenta de que su mundo es chiquito. Hay temas que vuelven una y otra vez: la salud y la enfermedad; la manipulación, los personajes manipuladores que manejan a su familia, a la gente que tienen alrededor; los ambientes cerrados… Son circunstancias que me tocan, me mueven, me interesan, me resultan misteriosas, atractivas y me dan ganas de escribir. A veces envidio al escultor que tiene un pedazo de mármol, un martillo y un escoplo… yo no tengo nada más que lo que tengo adentro de mi cabeza y, sin embargo, hay momentos en que trabajar con ese material inexistente es el más grande de los placeres. Aprender a dominarlo y tratar de convertirlo en algo tan perfecto como un árbol, en algo que la gente se olvide de que alguien lo hizo, me parece maravilloso. Siempre lo intento. Creo que algunas pocas veces me he acercado.
