“Escritor me siento hoy, que estoy ya terminando el camino”
Me encontré con la escritura muy temprano y muy tarde. Las dos cosas son ciertas. Ya en la adolescencia me interesé mucho, pero me costó empezar a asumirme como escritor, pensar siquiera en publicar… Cuando tenía 30 años era como un principiante. Fui, en este aspecto, de desarrollo muy tardío. La vida es larga y en algo hay que entretenerse. Escribo porque me gusta, y luego, en el fondo, escribo porque leo. No hay ningún escritor que no sea un gran lector. La lectura y la escritura son dos caras de una misma moneda. Cuando leés un libro y te toca, decís “este me iluminó, algo me dejó”. Es esa extraordinaria magia que supone que alguien pueda entrete- nerte, hacerte salir de tu molde y decir “hoy me salió todo mal, hace calor, me dejó mi novia, pero tengo este libro… ¡me pongo a leer y chau!”. El que logra eso, de alguna manera, es un mago, sea Dostoievski o sea Juan Pérez. Si uno es tocado por eso cuando es chico, siendo más grande, uno piensa “y bueno, lo voy a intentar, ¿por qué no?”.