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Martín Kohan / Una foto de la infancia

MARTÍN KOHAN
Buenos Aires (1967)

Esta foto estaba en la casa de mis abuelos en una repisa, junto a una de mi hermana y una de uno de mis primos… Muertos mis abuelos, volvió a mí, con el mismo marco. En términos de verse a uno mismo, es una de las fotos mías de chico que tengo más familiarizada, porque cada vez que iba a lo de mis abuelos estaba ahí.

“La literatura es el centro de mi vida, es lo que organiza el transcurso de cualquiera de mis días”

Nunca dije “quiero ser escritor”. A los 11 años me gustaba escribir y escribía, punto. No había utilidad, no había criterio de practicidad. Elegí Letras para asegurarme de que leer, escribir y hablar de literatura iban a ocupar la parte principal de cada uno de mis días. Si seguía otra carrera, la literatura iba a ocupar el lugar del hobby. Escribir me gusta como ejercicio físico, como andar en bicicleta o caminar. La escritura a mano, el olor del papel y de la tinta. Me gusta volcarme sobre el texto, esa disposición corporal me es placentera, una suerte de dimensión sensual. Me gusta lo que pasa con las palabras. Un escritor construye un mundo narrativo, verbal, que premedita, en cierto grado, y que se le va necesariamente de las manos. Por suerte siempre hay más sentidos de los que el escritor puede calcular. Los lectores tenemos un lugar tan activo y productivo como cualquiera de los escritores. Es difícil explicar un placer, por qué algo en uno enciende una pasión. En mi infancia me gustaba estar solo. La lectura y la escritura tienen mucho que ver con la escena soberana del solitario.

Firma Martin Kohan
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