Nació en Buenos Aires. A los veintisiete años egresó de la Escuela Nacional de Bellas…
Miguel Carlos Victorica (1884-1955)
Proveniente de una familia adinerada, se formó como pintor en Buenos Aires y luego en Francia, España e Italia. En 1918 vuelve de Europa y al tiempo opta por el barrio de La Boca para instalarse. Lo elige como se elige la libertad o un destino. Allí pintó cuadros de silencio y misterio, de atmósferas y claroscuros que representan un singular mundo personal. “La Boca se pinta con la sangre de los crepúsculos, con la sombra estrellada de sus noches”, dijo. En su casa convivían muebles victorianos, estampas religiosas, objetos raros y fotografías, con sus gatos y con el Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam, colgado de un alambre”.1 Cuando logra el “Gran Premio del Salón Nacional”, en 1941, los “Artistas de La Boca” lo entienden como un triunfo para el barrio y organizan un gran festejo popular. Transcurridas las décadas, la crítica consideró su obra como una de las claves de la modernidad en la plástica argentina. A los 45 años recibió el preciado “Tornillo de la Orden” que, por supuesto, nunca ajustará demasiado.
