Saltear al contenido principal

Dijo Quinquela: “La Boca es mi paisaje. Mi pintura y mi barrio se han identificado para siempre”. Si esto es evidente en la temática portuaria que marca su pintura, lo es más aún en la representación del carnaval. El mural de Quinquela Martín Carnaval en La Boca da una idea cabal y elocuente de lo que esta fiesta significaba para el barrio. Y no solo para el barrio de La Boca ya que, famoso en la ciudad, atraía gente de todos lados. El mural tiene como nota general el abigarramiento, característico de toda fiesta popular, y la fuerza que adquiere en este pintor la transfiguración simbólica de una identidad. Color, alegría, música, disfraces, algarabía, todo se percibe en una sinestesia que se proyecta hacia el espectador.

“Mural Carnaval de La Boca”, Benito Quinquela Martín. Archivo MBQM.

No es difícil asociar esta antiquísima festividad al barrio. Entre las bandas de música y los bailarines se ve la diversidad de culturas de los inmigrantes (árabes, indios, negros) que le otorga su rasgo principal: la mezcla, la risa, el travestismo social. En efecto, en el jaquet y la chistera de los integrantes de las murgas se advierte la parodia de las jerarquías de las clases pudientes. En un primer plano, a la izquierda, vemos otro tema netamente carnavalesco y paródico: un oso con uniforme militar dirige una orquesta y convive con el exquisito motivo de una máscara veneciana.

Más allá de la representación excepcional de Quinquela, el carnaval boquense, como la noche de San Juan, contiene elementos arcaicos de los cuales el barrio parece tomar, con cierta sabiduría no aprendida, aquellos rasgos de parodia y burla a los sectores dominantes y sus instituciones. El carnaval, llamado también tradicionalmente “la fiesta de los locos” por su desborde y trasfiguración de roles, tuvo en las clases populares su básica razón de ser. Por unos días, por unas horas, bajo el disfraz, el obrero podía ser patrón, y el murguero, aristócrata.

Volver arriba